Nos queda mucho por hacer en materia de medio ambiente. Cualquier ámbito cotidiano es susceptible de adoptar modelos más sostenibles de hacer las cosas. Por ejemplo, el periodismo y su tratamiento de la información ambiental: es insostenible que el lunes 26 de enero se publique una noticia redactada en estos términos:
«El Gobierno impulsará la reconversión de la industria automovilística española con el objetivo de que adapte su producción hacia tecnologías y vehículos «menos contaminantes o más eficientes», según consta en el borrador de la Estrategia Española de Movilidad Sostenible, elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino al que tuvo acceso Europa Press.»
La noticia debería ser algo del estilo:
«Se somete a participación pública el borrador de la Estrategia Española de Movilidad Sostenible. Todos los ciudadanos que lo deseen pueden participar enviándo sus comentarios a estrategiamovilidadsostenible@mma.es desde del día 16 de enero de 2009 al 7 de febrero de 2009. El documento está disponible para su consulta en la wed del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino»
Se nos llena la boca hablando de participación ciudadana, pero no somos capaces de interiorizarla ni de promoverla adecuadamente. Está claro que no puede haber buen gobierno sin buenos ciudadanos. ¿Podemos tener buenos ciudadanos con mala información en los medios de comunicación de masas?
Mientras la información siga siendo un privilegio para unos pocos que hacen negocio, con ella o de ella, estamos condenados a mantener un sistema insostenible de privilegiados que viven a costa del resto. Por eso es necesario que conozcamos que tenemos derecho a la información, por lo menos en materia de medio ambiente.
Es posible que el borrador que se presenta a información pública esté magníficamente redactado, cuidadosamente elaborado por los mejores especialistas en la materia y que no sea posible aportar nada nuevo. Pero no se trata de eso. La información pública y la participación en los procesos de toma de decisiones es un derecho de todos los ciudadanos, porque la democracia no se acaba tras un proceso electoral cada cuatro años. La participación ciudadana debería ser algo más que elegir el horario del taller de papiroflexia organizado por la junta municipal de distrito.
Las notas de prensa son así. Cuando conviene llenar un auditorio o justificar una actuación la prensa siempre acierta a dar los horarios y los detalles para que los ciudadanos hagan cola pacientemente. Pero cuando afecta a la toma de decisiones la transparencia se vuelve un poco más opaca. ¿Miedo a que la frustración de los ciudadanos se canalice a través de alegaciones contra medidas propuestas sin contar con ellos? Justificar una baja participación es bastante fácil. O implica menos riesgos que exponernos a comprobar que nuestros planes y programas sean cuestionados por la ciudadanía.
Sin buena información no se puede ejercer, de forma real y efectiva, el derecho a la participación. ¿Quién vela por nuestro derecho constitucional a una información veraz?
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