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Gestión de residuos

¿Una Asociación para la Gestión del Residuo Textil (AGRT)?

Estos días la noticia es el “nacimiento” del primer sistema colectivo para la gestión de residuos textiles en España: Siete multinacionales de la industria textil se han unido en el que es el primer Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP) del sector, con el objetivo de dar «un impulso colectivo» al reciclaje textil en España. La denominada Asociación para la Gestión del Residuo Textil (AGRT) está apoyada por las firmas Decathlon, H&M, Ikea, Inditex, Kiabi, Mango y Tendam.

La responsabilidad ampliada del productor lleva más de una década en la legislación y es cuestión de tiempo que se concrete para el sector textil. Lo que están haciendo estas corporaciones es tomar posiciones para conseguir que la regulación sea favorable a sus intereses. Nada diferente de lo que hicieron en el sector de distribución de producto envasado quienes crearon Ecoembes antes de la aparición de la Ley 11/1997, de 24 de abril, de Envases y Residuos de Envases (actualmente derogada y sus requisitos incorporados en el Real Decreto 1055/2022, de 27 de diciembre, de envases y residuos de envases)

El problema, como con cualquier otro flujo de materiales, no es el reciclaje. El cuello de botella para la valorización de residuos está en su recogida. El contenedor amarillo, con Ecoembes al frente, lleva más de dos décadas demostrando que no es la mejor solución. Los datos están sobre la mesa para quien los quiera consultar: apenas llega al 15% del total de los residuos que debería recoger, con lo que las cifras de reciclaje andan en números lamentables.

Adicionalmente cabe destacar que los sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor (SCRAP) son, fundamentalmente, sistemas financieros. Manejan dinero de los consumidores, pero no creo que sea apropiado atribuirles propiedades mágicas sobre la gestión de un residuo que no tocan. Es más, la experiencia demuestra que esos SCRAP se esfuerzan más por ocultar la realidad del residuo que por conseguir una buena aplicación de la jerarquía de residuos.

En el caso del textil tenemos cuatro problemas clave:

  • La moda de usar y tirar: las corporaciones que ahora se asocian alrededor de sus residuos llevan tiempo subidas al carro de la ropa de usar y tirar. En vez de diseñar prendas resistentes y duraderas se dedican a sacar colecciones nuevas constantemente. Hechas con tejidos que a duras penas duran una temporada.
  • Materiales baratos: en la medida en que apuestan por materiales sintéticos baratos para la producción de los tejidos están desplazando la producción hacia sistemas insostenibles desde el punto de vista ambiental y social.
  • Mezcla de materiales: la apuesta por un falso ecodiseño, en el que mezclan distintos tipos de plásticos con fibras naturales dificulta la posibilidad de recuperar las fibras textiles una vez que las prendas se convierten en residuos.
  • Recogida de las prendas usadas: una vez que la ropa deja de ser útil al usuario (porque se rompe con el uso normal, se deforma tras los primeros lavados, o se percibe como pasada de moda por las campañas de publicidad de las propias corporaciones que la ponen en el mercado) no hay un sistema adecuado de recogida que permita aplicar la jerarquía de residuos sobre el producto textil. El resultado es que la mayoría acaba en vertedero.

Adelantándose a una previsible obligación legal las corporaciones del textil se posicionan para imponer sus intereses corporativos en la agenda legislativa. Es una oportunidad que incluso el propio Ecoembes intentó explorar creando Ecotextil. Y el interés, salvo que el tiempo demostrase lo contrario, es conseguir que los requisitos legales impacten lo menos posible en la cuenta de resultados de las corporaciones que se asocian.

Salvo que el legislador se aplique y haga valer el interés general veremos cómo se repite, paso por paso, el guion que hemos conocido para los residuos de envases. Incluyendo, quizá dentro de 20 años, la intervención de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia a petición de las empresas de reciclaje que no ven claro el flujo de un material que es la base de su actividad.

Ojalá me equivoque y las empresas que se asocian tengan claro que hay que empezar por reducir la cantidad de residuos que su modelo de negocio genera. Tal vez se tomen en serio el ecodiseño y en vez de mezclar fibras de plástico con otras fibras empiecen por hacer prendas de fibras naturales producidas con criterios ecológicos. O quizá se pongan de acuerdo para dejar de inventar estrategias de propaganda verde y empiecen por apostar por un verdadero eco etiquetado. Que en vez de pervertir el lenguaje de la sostenibilidad y la economía circular sea transparente y garantice información veraz al consumidor.

Puede que desde la nueva asociación asuman el reto de la recogida selectiva del textil y decidan dedicar un espacio en sus establecimientos para recibir la ropa usada de la que sus clientes se desprenden. Porque ya sabemos que los contenedores de colores no son la solución. Y que, cuando no se han podido evitar el residuo, la prioridad debería ser una reutilización que solo es posible si recogemos prenda a prenda, evaluamos su estado y la destinamos a un nuevo usuario.

Igualmente, cuando el destino sea el reciclaje, la experiencia demuestra que es más fácil recuperar los residuos que se han recogido separados de otros residuos que aquellos que se mezclan.

Quién sabe. Quizá nos sorprenden y empiezan a desarrollar un sistema de moda retornable en el que desaparecen los residuos, ya que en vez de desarrollar la retórica y la imagen corporativa, la nueva asociación pone en marcha sistemas de logística inversa que permite recuperar las fibras de la ropa vieja en las mismas instalaciones donde se fabrica la nueva.

Con el tiempo veremos si la apuesta de estas corporaciones es reducir el impacto de los residuos que genera su modelo de negocio o se queda en lavar su imagen. Si la nueva asociación se dedica a la propaganda con dinero de todos los consumidores o si realmente cambia el modelo de producción y consumo para optimizar el uso de las fibras textiles.

2 respuestas a «¿Una Asociación para la Gestión del Residuo Textil (AGRT)?»

Debiéramos alegrarnos de esta iniciativa, aunque, por desgracia, a la luz de experiencias en otros campos, quizá debamos echarnos a temblar…

En realidad, ahora mismo ya hay entidades que recogen textiles usados. La firma H&M tiene desde hace tiempo unos contenedores en sus tiendas donde puedes entregar tus prendas usadas (no necesariamente de su marca). Si no recuerdo mal, te dan un vale descuento por cada bolsa de ropa usada que lleves, lo que viene a ser una técnica que incita a comprar más ropa en un ciclo sin fin.

También hay repartidos por aquí y por allá unos contenedores de una empresa denominada Humana. Hace tiempo vi un documental donde se explicaba que esta empresa examinaba la ropa depositada en sus contenedores. La que estaba bien la vendía como ropa de segunda mano (al parecer tienen tiendas donde la venden, sé que en Madrid hay alguna, no sé en más sitios) y la que no servía para ese fin la convertían en fibras textiles que se usan en la industria para limpiar maquinaria. Todo ese ciclo está bien en principio, pero al parecer corre el rumor de que Humana es algún tipo de secta religiosa, que usa el dinero obtenido para financiarse y que trata de hacer proselitismo entre sus trabajadores.

No he podido averiguar qué hay de cierto en todo esto. Yo entrego mi ropa en sus contenedores, a falta de una organización más transparente.

También sé que en muchos municipios hay contenedores que parecen gestionados por el Ayuntamiento (aunque no estoy muy segura). Creo haberlos visto en Galicia, País Vasco y Navarra.

Luego está el problema de que la ropa que nosotros desechamos llega a los llamados países en vías de desarrollo, donde sustituye a las indumentarias tradicionales, con la consabida pérdida de identidad; y además quita el trabajo a los artesanos que elaboraban esos trajes.

En fin, que este es un tema en el que, como casi siempre, hay mucho para rascar. Al final una no sabe qué hacer, excepto procurar comprar poca ropa, pero buena, y procurar cuidarla bien.

Un abrazo.

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