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Una bicicleta blanca en el barrio

Cada vez que paso al lado de una pedaleando se me hiela la sangre. Una bicicleta totalmente pintada de blanco sujeta a una farola u otro elemento del mobiliario urbano, cerca de la calzada, es un recuerdo. El recuerdo de un ciclista atropellado. En el lugar donde ocurrió el suceso.

A pesar de ser un gesto que lleva tiempo haciéndose en ciudades de todo el mundo y de que, desgraciadamente, hay varias en Madrid, impresiona que tu barrio entre en la lista de las bicicletas fantasma. Las que se señalan que alguien no volverá a pedalear por culpa de un accidente en la calzada.

Una mujer de 44 años. Que podría haber sido una amiga, una compañera de trabajo, una profesora camino del colegio de mis hijos, mi pareja. Podrías haber sido tú o yo mismo. En un cruce de la «acera bici«, porque no se puede llamar carril bici, que frecuento con mis hijos. Que utilizo en mis desplazamientos urbanos en bicicleta.

Una «acera bici» que en vez de solucionar un problema de movilidad urbana da lugar a conflictos entre los usuarios del estrecho espacio reservado para quienes no van al volante de un vehículo con motor.

Unos cruces de cuya peligrosidad ya sabíamos. Y que se ha materializado tristemente con la pérdida de otra vida. No soy calzadista, pero es evidente que la acera no es el lugar para las bicicletas. Sí, necesitamos un espacio seguro, pero considerando que estamos ante un vehículo con características concretas.

Cuando salió a información pública, el carril bici de Arturo Soria y lo que ahora es la Avenida de la Institución Libre de Enseñanza no era una franja roja pintada sobre la acera. Tenía su espacio propio, como debería corresponder a una infraestructura segura para peatones, ciclistas y resto de usuarios. Espero que este accidente ayude a explicar la urgencia de retomar el proyecto original.

La demanda existe. Y se va convirtiendo en una imperiosa necesidad a medida que la contaminación, las emisiones de efecto invernadero y las pandemias nos exigen buscar otras formas de movernos por la ciudad.

Ella ya no está aquí. Una bicicleta blanca nos lo recordará cada vez que pasemos por el cruce de la Calle Vital Aza con la Avenida de la Institución Libre de Enseñanza. En el barrio de Pueblo Nuevo. En el distrito de Ciudad Lineal. En Madrid.

Esa ciudad que sigue promocionando el coche, las prisas. Una violencia viaria que mata. Poco a poco por la exposición a partículas y gases contaminantes. Por el abuso de quienes imponen el tonelaje de sus vehículos en el día a día de todos los demás. O de golpe y porrazo. Un miércoles a las ocho de la mañana, en uno de los muchos pasos de cebra de esos peligrosos cruces por los que te lleva una «acera bici» que nunca debió ser como es.

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