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Usar y tirar, plástico y campaña electoral

Estamos en plena campaña electoral y el plástico no se ha quedado fuera. Podemos hacer muchos chistes sobre el envío de propaganda electoral que demuestra la coherencia en la preocupación ambiental que muestra algún partido, pero hay mucho más en juego.

La creciente presencia de residuos de plástico en todos los ecosistemas del planeta y la evidencia de que los fragmentos microplásticos que ingerimos en nuestros alimentos, son capaces de dejar rastro en heces, orina y sangre son de una urgencia que no admite bromas.

Estamos en plena campaña electoral y una de las cosas que se decide es, precisamente, si vamos a seguir con un modelo insostenible de utilización de plásticos de usar y tirar o si vamos a poner límites a la locura de plastificar cebollas. En esta entrada dejo una reflexión y algunas evidencias de por dónde van los tiros.

Recuerdo haber escuchado a José Manuel Núñez-Lagos, en un encuentro Vidrios y Barras, pedir que no se politizase el debate sobre gestión de residuos. Lo hacía ante un nutrido grupo de profesionales del sector ambiental en el que había desde consultores a periodistas, todos ellos relacionados de alguna manera con los residuos y todos con algún blog, cuenta de twitter o similar en activo.

Poco después el que me trasladaba su inquietud sobre la politización del discurso en materia de gestión de residuos era el, por entonces, Director de Comunicación Corporativa y Marketing de Ecoembes. Lo hacía en un ambiente más selecto, en una invitación que, directamente, tenía que ver con algo que yo había publicado en mi blog.

En ambos casos la petición me pareció muy razonable. ¿Para qué politizar un debate que es fundamentalmente técnico, que cuenta con un marco legal bastante claro y, en el mejor de los casos, está condicionado por criterios económicos?

Lo que no entendía, en aquella época, es por qué se me hablaba de política cuando preguntaba por datos de gestión de residuos. La respuesta, que ha ido llegando después, es que entonces ya había una estrategia política y que me tenían (muy erróneamente, por otra parte) filiado dentro de su marco de afinidades políticas.

Desde entonces lo que ha ocurrido ha sido, precisamente, una politización del debate sobre gestión de residuos. De cara a las elecciones de 2019 los que viven de lavar la imagen del envase de usar y tirar han politizado un debate que debería estar zanjado con la legislación que lleva vigente desde finales de la década de 1990.

Les ha resultado muy fácil: las comunidades autónomas que han estudiado medianamente la opción de introducir sistemas de depósito, devolución y retorno (SDDR) de envases para mejorar la gestión de sus residuos son los territorios periféricos: Cataluña, Valencia, Islas Baleares, Navarra… díscolos radicales independentistas todos.

En un primer momento Ecoembes respondió a esos intentos de mejorar el sistema de recogida de residuos de envases con más dinero: 17 millones de euros adicionales a los municipios de la Comunitat Valenciana. Una propuesta que extrapolada al resto del territorio nacional podría mejorar significativamente los cuestionados datos de gestión de residuos de envases, pero encarecería ignificativamente la cuota de las empresas adheridas al sistema del contenedor amarillo.

Sale mucho más barato asimilar los envases retornables a la izquierda separatista. Y más rentable, permite politizar el debate a escala nacional, autonómica y local ¿quién, desde un punto de vista moderado, va a incorporar a su discurso algo que es de rojos radicales? ¿la derecha conservadora? ¿la izquierda moderada? Por supuesto los grandes empresarios de la distribución, adheridos al sistema de Ecoembes, prefieren no mezclarse con los radicales.

Así, si un partido saca en campaña las deficiencias de la gestión actual de residuos con datos e imágenes sobre el impacto de los envases de usar y tirar, Ecoembes responde ocultando el problema y, por tanto, las soluciones que plantea ese partido. Si las personas demandamos que los partidos nos cuentes sus propuestas sobre medio ambiente, cambio climático, residuos o plásticos de usar y tirar, las cadenas patrocinadas por Ecoembes evitan esas preguntas en los debates electorales.

Ecoembes está en campaña. Intentando influir en el proceso electoral para mantener su modelo de negocio después de las citas de abril y mayo. Una Sociedad Anónima sin ánimo de lucro que maneja más de 500 millones de euros. Un presupuesto capaz de crear muchas puertas giratorias. ¿Cuántos cargos políticos tienen su futuro apostado a los residuos de usar y tirar?

Basta ver los planes regionales hechos a la imagen y semejanza de los intereses de Ecoembes. En los que se descartan las opciones que abren la puerta a la reducción o la reutilización de envases sin estudios ni argumentos técnicos. Instrumentos de planificación autonómica que se utilizan para colar nuevos chiringuitos con más puertas giratorias en manos de personas del partido.

Es curioso que unos acusan a otros de financiarse con el dinero de una empresa acusada por monopolio, mientras utilizan el dinero de todos y el apoyo de otra empresa con prácticas monopolísticas para colocar a los amigos o prepararse una salida cuando se acaben sus días en política.

Sí el debate sobre residuos está politizado. Son muchos millones de euros en infraestructuras, contratas de gestión, tratamiento y sistemas de gestión sin ánimo de lucro que disponen de un capital para defender los intereses del envase de usar y tirar, también en campaña electoral.

Por eso me vas a permitir que te recuerde que los sistemas de depósito, devolución y retorno son un mecanismo previsto en las directivas europeas que España tiene que cumplir como estado miembro. Que la Unión Europea lleva años recomendando a nuestro país que aplique estos sistemas de responsabilidad ampliada del productor para mejorar la recogida, gestión y reciclaje de residuos. O que, frente al contenedor amarillo que inevitablemente destina los envases a reciclaje o eliminación, se podrían implantar sistemas de depósito, devolución y retorno basados en envases reutilizables.

Nadie te puede decir a quién tienes que votar. Y menos yo que decido mi voto en promesas electorales como la retirada del servicio militar obligatorio. No sé a quién votaré dentro de cuatro años. Pero sí me gustaría que para 2023 hubiésemos avanzado algo en la guerra contra los impactos ambientales, económicos y sociales de los plásticos de usar y tirar. No creo que la promesa de un futuro que viene envuelto en plástico, pero tampoco de quienes utilizan los envases de usar y tirar para agradecer favores hechos con un dinero de todos que, en teoría, debería ir a mejorar una gestión de residuos por la que nos están llamando la atención desde Europa. Unos pocos se forran y consiguen poder mientras otros pagamos las multas por lo mal que gestionan nuestros residuos.

La devolución y retorno de envases no es una propuesta de radicales independentistas, es una solución técnica y jurídica para reducir la cantidad de sustancias tóxicas que llegan a tu organismo a través de las cosas que comes. El retorno de envases es una de las recomendaciones que hace la Unión Europea a España para disminuir la contaminación por plásticos de usar y tirar que amenazan los ecosistemas de los que dependen la biodiversidad, nuetra salud y nuestra alimentación.

4 respuestas a «Usar y tirar, plástico y campaña electoral»

De acuerdo total.
Nos invitan a trabajar gratís para éllos, mientras éllos sí cobran, por un trabajo que no hacen.
Y encima van de legales..!

Gracias por tu comentario Jsus,

Es necesario que participemos en los sistemas de recogida de residuos, pero también es importante mostrar las deficiencias que tienen en la actualidad y luchar por mejorarlos.

¿Como no se va a politizar el tratamiento de residuos si es un tema 100% político? Cada país, cada municipio, tiene su política de residuos. Cuando Ecoembes dice «no politizar» lo que está pidiendo es «no cuestionar» sus actividades.

Gracias por tu comentario Ignacio.

Lo malo es que con la capacidad de crear relatos que tiene Ecoembes parece que cuestionar sus actividades cuelga una etiqueta «política» del cuello de quien lo hace.

Saludos,

Alberto

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