Cada vez son más las oportunidades que existen para publicar un libro. Si hace unos años todo pasaba, necesariamente, por las manos de una editorial, hoy en día cualquiera puede conseguir que su manuscrito acabe impreso en alguna parte. Incluso hacer de tu pie o de una colección de páginas en blanco el libro más vendido en Amazon.
Pero la seductora idea de liberarse dela tiranía de las editoriales viene acompañada del riesgo de colocar en el mercado un producto de dudosa calidad o que, directamente, no tenga salida. Al menos esos eran algunos de los temores que me acompañaron durante el proceso que me llevó a publicar “Pero… ¿tiene arreglo?”. Y algunos de ellos se materializaron a medida que avanzaba en mi aventura editorial.
Una de mis limitaciones está en el diseño ¿cómo haría una portada atractiva? Pero mi amigo José apareció al rescate con cinco propuestas. El reto, nada fácil, estaba ahora en descartar cuatro. ¿Cuál reflejaba mejor el gesto ególatra de publicar un libro recopilando contenidos de un blog personal? Quizá también podía haber encargado la maquetación del texto a alguien con mejor criterio que el mío. Pero, una vez impreso, he de decir que me parece bien el retrogusto a autoedición que destilan las páginas del libro. Quizá podría tener un acabado más profesional, pero la combinación de la tipografía y la distribución de los textos permiten una agradable lectura sin perder el toque personal que empapa el libro.
Lo que peor he llevado han sido las erratas. Porque sí, el libro tenía erratas. Cuando recibí el primer ejemplar (que por algún motivo que no me explico no fue el primero en salir de la imprenta de Amazon) no tardé ni dos minutos en detectar la primera errata. No me lo podía creer. Pero sí, allí estaba. En un artículo que llevaba años publicado tal cual, con decenas de miles de visitas. Y no ponía exactamente lo que yo creía que había escrito y releído tantas veces. Y ya no tenía corrección posible, al menos 4 personas habían comprado el libro con aquel párrafo incomprensible en el primer capítulo.
Lo bueno de la publicación bajo pedido es que los libros se imprimen según se van comprando. Una ventaja para el escritor, que no tiene que encargar una tirada mínima y para los lectores, que acceden siempre a la última versión del libro. Así, los siguientes cinco compradores ya tuvieron una versión diferente. A medida que el libro sumaba lectores, los que más confianza tenían conmigo, siguieron notificando erratas. No han sido muchas, pero sí algunas que dificultan la lectura de algún que otro párrafo. Igual una editorial hubiese revisado el manuscrito y las hubiese evitado desde el principio. Quizá no.
El caso es que a día de hoy, con algo más de 100 libros vendidos y unas cuantas revisiones después de su lanzamiento original “Pero… ¿tiene arreglo?” está disponible en Amazon libre de erratas.De camino al trabajo leyendo a @alvizlo 📖Pero… tiene arreglo? pic.twitter.com/NKRfNhNN8q
Una respuesta a «Autoedición, erratas y publicación bajo pedido.»
[…] Copias de prueba: son ejemplares que muestran el aspecto que tendrá tu libro una vez impreso. Con ellas puedes comprobar si hay errores gramaticales, ortográficos o de formato. También puedes revisar imágenes o gráficos para asegurarte de que quedarán como esperas una vez impreso el libro. Puedes encargar hasta un total de 5 y están disponibles antes de poner el libro a la venta. Una prueba de imprenta que me hubiese venido estupendamente para una corrección de erratas. […]