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¿Qué cursos vas a hacer en 2015?

sensitive noise / obvious 2Estamos en el año nuevo, 2015 ha empezado sin dar tregua y hay que ponerse con los propósitos: cuidar la dieta, hacer deporte, leer ese libro atascado, o quién sabe si reinventarse profesionalmente con MBA que nos permita entender el mercado, gestionar mejor y conseguir más clientes. El caso es que es época de plantearse cosas nuevas y ponerse a hacerlas.

La formación continua es uno de los retos que afrontamos en una realidad cambiante y un mercado altamente competitivo en el que no siempre basta con leer un libro de autoayuda y matricularse de un curso gratuito. Entre otras cosas porque es lo que hacen muchos de los que compiten contigo en el mercado laboral.

Empezaría por decir que no hay nada de malo en hacer cualquier curso, ya que como nos enseñaba Calderón de la Barca en su obra teatral La vida es sueño “a quien le daña el saber, homicida es de sí mismo”. Y, para qué nos vamos a engañar, tampoco hay ningún libro tan malo que no tenga alguna parte de la que sacar provecho. Pero, a pesar de estas dos consideraciones de partida, formarnos suele ser una inversión que requiere de nuestro limitado tiempo y quizá otros recursos, por lo que nos gusta aprovechar al máximo cada curso que hacemos.

Por supuesto, para mí lo fácil es recomendar que te matricules en uno de los cursos en los que colaboro como profesor, pero quería invitarte a reflexionar sobre qué programas eliges y por qué los haces en función de las variables precio y tiempo.

Por descontado que cuando hacemos un curso por el que pagamos una cierta cantidad solemos pensárnoslo dos veces a la hora de elegirlo y ser exigentes con la institución, el profesor y los recursos docentes. Pero nos dejamos tentar por las ofertas gratuitas o subvencionadas.

Girl with BooksNo tenemos que pagar, por lo que nos parece una opción interesante frente a hacer un cierto desembolso económico por algo similar. Pero ¿vamos a sacarle provecho al curso? Quizá tengamos la disciplina y capacidad de organización que requiere un mooc. Quizá lo único que buscamos es una cartulina más para el curriculum a cambio de mantenenernos estadísticamente ocupado para mejorar los datos de desempleo. Eliminada la componente monetaria, el riesgo es que el curso resulte una pérdida de tiempo: que nos distraiga de otras ocupaciones y nos arrastre a un estado de frustración o decepción hacia las expectativas puestas en la materia objeto del curso.

En este punto ¿Cuál es el precio adecuado por un curso? La respuesta es sencilla, un curso debe costar lo suficiente para atraer un profesor adecuado a nuestras expectativas y facilitarnos unos recursos didácticos que permitan el máximo aprovechamiento posible.

¿Quién debe pagarlo? Esta otra variable es más compleja. Lo ideal es que el alumno, en una muestra del interés hacia la acción formativa o las expectativas que tiene en ella, sufrague los costes del curso. Pero esto no permitiría acceder a determinados colectivos a formación o no sería adecuado cuando la empresa en la que trabaja el alumno es la principal interesada en que reciba ese curso. Así pues, me parece bien que el coste se traslade a un tercero, siempre que el resultado sea justo: si organizamos cursos para desempleados como churros, al único objeto de descargar las estadísticas oficiales de desempleo o para mantener la actividad de la academia del amigo de turno, pagando poco y mal a los formadores, el resultado de la formación no será satisfactorio. Por eso, si no pagas el curso tampoco está mal enterarse del coste de la actividad formativa y la distribución de esos costes.

Piggy bank with Euro NoteEn relación al tiempo ocurre algo parecido. El ansia por mejorar nuestra situación laboral nos empuja a hacer cursos cortos, que se acaben rápido y nos permitan adquirir una nueva muesca en la culata que mostrar en la batalla diaria. Pero hay cuestiones que requieren cierta profundidad y dedicación, por lo que un curso corto puede estar bien, pero quizá un programa especialista más largo nos ofrece otras oportunidades. Así, por ejemplo, para familiarizarse y ponerse al día en la legislación ambiental un curso de 100 horas puede ser suficiente, pero para reconducirse profesionalmente hacia el medio ambiente se requiere de un máster de gestión ambiental que nos ayude a tomar contacto con la realidad del sector y sus oportunidades.

Lo dicho, que la lista de buenos propósitos está sobre la mesa, ahora falta ejecutarla correctamente de manera que podamos conseguir resultados concretos. Si no será otra dieta abandonada en la primera semana o la próxima matrícula anual del gimnasio sin aprovechar.

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