El concepto de «soluciones al final de tubería» es la expresión con la que nos referimos a las formas de intentar reducir la contaminación de una actividad industrial tratando sus efluentes después de haberse producido y justo antes de que sean liberados al medio ambiente. En algunos casos, como en la depuración de aguas residuales o el tratamiento de emisiones atmosféricas pueden ser remedios bastante eficaces. Pero el objetivo de la gestión ambiental debería ser analizar los procesos industriales y buscar alternativas para evitar la generación de los contaminantes, más que retirarlos de los flujos que abandonan la instalación.
Al igual que sucede con la contaminación, en materia de sostenibilidad las organizaciones pueden optar entre analizar sus procesos y adoptar medidas internas de gestión responsable o ignorar el origen de sus impactos sobre el modelo de desarrollo y dedicarse a colocar parches verdes sobre su reputación corporativa.
Tomemos como ejemplo el de aquella empresa que en lugar de ocuparse de los residuos abandonados por sus subcontratas contrata una organización externa para que dinamice un portal web molón en el que se habla de temas relacionados con la responsabilidad social corporativa. ¿Qué pasa cuando un impresentable expone la problemática en su blog? Que en lugar de responder la empresa afectada diciendo que ha solucionado el problema, contesta el becario «community manager» preguntando dónde están abandonados esos residuos. Esto evidencia que la empresa no sólo no se responsabiliza de los impactos de su actividad, tampoco se preocupa de gestionar a sus proveedores de una forma que le permita responder ante estos impactos.
Quizá la estrategia de sostenibilidad de cara a la galería consiga el objetivo de proyectar una imagen verde de la compañía. ¿Hasta cuando? ¿Qué ocurrirá cuando se materialice el impacto de alguno de esos aspectos no controlados? ¿Que pasará si la transcendencia mediática de un daño ambiental causado por la organización supera la inversión en greenwashing?
La sostenibilidad es algo más que lanzar potentes campañas de comunicación dirigidas a los más vulnerables de la casa. Empieza por revisar la forma en la que se hacen las cosas e incorporar una triple cuenta de resultados en la organización. Si no se tienen en cuenta la valoración social y ambiental de las actividades, invertir recursos económicos en potenciar una imagen verde es una solución a final de tubería que tarde o temprano puede resultar cara: las canalizaciones acaban fallando, dejan escapar nuestro efluente y se nos contamina el suelo por donde menos nos podíamos imaginar. Es cuestión de tiempo.
2 respuestas a «La sostenibilidad no está al final de la tubería.»
[…] cierta frecuencia saco a relucir ejemplos de greenwashing y soluciones muy verdes pero poco sostenibles. Cascarrabias, pero también tengo mi corazoncito. Y de vez en […]
[…] de las primeras cuestiones para enfrentar el cambio circular es superar el predominio del enfoque de gestión de tratamiento de final de tubería, recomendado por las clásicas políticas ambientales, mayormente reactivas y correctivas, que son […]