De vuelta tras unos días de descanso playero, toca, al igual que hice con mi primera bicicleta, dedicarle una entrada a mi primera tabla de bodyboard.
De ésta no tengo recuerdos de infancia, se ha unido a mi colección de trastos este mismo verano. A punto de caerme 35 palazos, me he pegado un capricho que tenía pendiente.
La inquietud quizá nació del cruce entre aquellos días de colchoneta hinchable y las partidas jugadas al California Games II.
Este verano se han juntado la ocasión y la oportunidad: unos días de descanso playero, una visita furtiva a una tienda de deportes y un precio muy competitivo para el modelo amateur básico de la talla adecuada a mis noventa kilos de peso.
No disfruté de grandes olas, pero me lo he pasado en grande y he aprendido algunas cosas que espero no se me olviden rápidamente:
- No hay olas pequeñas, sólo ganas de pasarlo bien.
- Todo el mundo quiere estar donde están las mejores olas.
- No puedes coger todas las olas, posiblemente tampoco estés listo cuando pasen las mejores, pero disfruta las que consigas coger.
- Cuando te decidas por una ola puede que llegues con ella hasta la playa, o no, pero difícilmente podrás coger la siguiente.
- Una gran diversión implica una gran responsabilidad: cuidado no te lleves a nadie por delante mientras te dejas llevar por las olas.
2 respuestas a «Mi primera tabla de bodyboard.»
Jejejeje doy fe de las tardes jugando al california games II seguro que era más fácil en el juego.
Un abrazo
Buenas Jorge,
Como todo, es cuestión de cogerle el truco… ya no hacen tardes como las de antes.
Un abrazo.