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Madrid ya no es la más sostenible.

No es sólo que ese reconocimiento se otorgue a otras ciudades. Es que ahora se publica un artículo que recoge las dudas que plantea a diversos expertos aquel estudio donde leímos que Madrid es la ciudad más sostenible de España. Para celebrarlo, según cuenta Manu Fernández en su blog, la empresa que patrocinaba el estudio ha retirado la página web de la campaña publicitaria a la que daba soporte.

El trabajo de Alex Fernández Mueza intenta responder a la pregunta ¿Son sostenibles las ciudades españolas? Para ello ha entrevistado a varios profesionales del sector planteando preguntas relacionadas con el famoso estudio y los requisitos que debería cumplir una ciudad para ser sostenible. Y recopila en un texto muy interesante distintos puntos de vista que coinciden en lo esencial.

Al final vamos a sacar algo positivo de todo este asunto: la evidencia de que antes de lanzarse a utilizar la sostenibilidad como argumento comercial hay que pensarlo dos veces: los expertos vigilan y los medios de comunicación responsables están deseando informar al ciudadano. Estamos ante un ejemplo de que, poco a poco, la sociedad va madurando y aprendiendo a responder al engaño tácito que supone la publicidad. Cada vez tenemos más herramientas para contrastar el discurso institucional y no vale pintarlo todo de verde (o azul) sin que tenga algo detrás que sustente ese color.

Reconociendo el esfuerzo de síntesis de Alex, y siguiendo el ejemplo de Manu, dejo por aquí las respuestas completas a la entrevista, para que quede claro que, a demás de la vena de exaltado, puedo opinar de una manera sosegada sobre algo que hace que mi sangre hierba con pasión.

  • ¿Qué opinas sobre el estudio 25 ciudades sostenibles que publicó Siemens-KPMG en el que señalaba a Madrid como la ciudad más sostenible de España?

De modo global, se trata de una iniciativa interesante, en tanto que supone un hito en lo que al estudio de la sostenibilidad urbana se refiere. Existen pocos estudios al respecto, casi siempre elaborados desde alguna óptica concreta que pocas veces permite establecer comparaciones, si bien en este aspecto el estudio tiene algunas limitaciones que, desde mi punto de vista, condicionan los resultados presentados y, en el contexto divulgativo en el que se enmarca el estudio, pueden influir negativamente sobre la percepción que la ciudadanía tiene sobre la sostenibilidad.

Sin entrar a valorar la metodología, los datos utilizados en el estudio no son homogéneos, ni en cuanto a las fuentes de los que se toman, ni en relación a los periodos de referencia. Los datos ambientales de emisiones atmosféricas o producción de residuos se ven muy afectados por la evolución del contexto económico que los genera, por lo que los datos de los últimos años no son comparables sin considerar ese contexto. Este sentido, creo que los resultados, con un criterio homogéneo en la captura de datos, eligiendo el mismo año de referencia para todos los parámetros y todas las ciudades, podrían ser sensiblemente diferentes a los presentados.

Otra cuestión clave es que el estudio no define sostenibilidad en ninguna parte y olvida variables sociales y económicas. Se ponderan políticas e infraestructuras, pero sin considerar cómo repercuten a la población o si influyen en las posibilidades futuras de la ciudad estudiada para seguir desarrollando iniciativas en materia de sostenibilidad.

Por todo ello, creo que queda mucho trabajo por hacer y que no se debería haber empleado la palabra sostenibilidad en el título de un estudio como este. De hecho, ha generado una gran polémica y rechazo en la blogsofera ambiental, tal y como comentaba en su día en mi blog.

  • ¿Son sostenibles las ciudades españolas? ¿Por qué?

En este, como en otros muchos casos, generalizar no es fácil. Entendiendo la sosteniblidad en términos absolutos, no existen ciudades sostenibles: todas generan una huella ecológica superior a su biocapacidad y dependen de recursos externos para mantener su estructura y nivel de actividad. El modelo de ciudad imperante en España depende totalmente de fuentes externas de materias primas, alimentos y energía. Y extiende sus afecciones a su entorno, por ejemplo absorbiendo la población y generando el abandono de la funcionalidad del medio rural.

Podríamos hablar de unas ciudades más sostenibles que otras o cómo los gestores de lo público y los ciudadanos abordan distintos aspectos relacionados con la sosteniblidad, pero ciudad sostenible, hoy por hoy es un oxímoron en toda regla.

  • ¿Cuáles son las ciudades que más esfuerzos están haciendo para ser sostenibles?

Existen tantas iniciativas en marcha, tanto desde el punto de vista formal como desde el punto de vista informal, que resulta muy difícil establecer un ránking en términos absolutos. Sin lugar a dudas, una ciudad como Vitoria-Gasteiz, que obtiene un reconocimiento como el European Green Capital, debe de estar haciendo algo bien.

En cualquier caso, si hablamos en términos de sostenibilidad, no podemos medir el esfuerzo en términos monetarios tradicionales. Tenemos ejemplos ciudades en las desarrollos tranvías, supuestamente un medio de transporte bastante sostenible, cuya ejecución ha causado un daño irreparable a la las cuentas municipales, generando deudas que no se podrán pagar, y creando infraestructuras cuyo funcionamiento y mantenimiento resultará totalmente insostenible y con un altísimo coste social, económico y ambiental.

  • ¿Y cuáles son las que más esfuerzos deberían hacer?

Todas las ciudades deben hacer esfuerzos importantes, ya que el escenario de petróleo barato que permite el modo de vida que actualmente se desarrolla en ellas a tocado a su fin. Cuanto más grande sea una ciudad y más dependa de recursos externos mayor es el esfuerzo que debe realizar para conseguir ser sostenible. Así, las grandes ciudades tienen más trabajo por delante. En concreto, todas las ciudades incluidas en el estudio de Siemens tienen mucho trabajo por delante, posiblemente mucho más que otras que, por su tamaño, han sido excluidas del estudio.

  • ¿Qué debería hacer una ciudad para ser auténticamente sostenible?

Una ciudad auténticamente sostenible debería ser capaz de mantenerse con sus propios recursos, cualquier movimiento en dirección a esta visión utópica es deseable. Deben considerarse todas las dimensiones de la sostenibilidad. No se puede descuidar ninguno de los tres pilares (social, económico y ecológico) ni olvidar los aspectos culturales, históricos o funcionales que hacen de la ciudad lo que es.

Para que una ciudad sea sostenible, más allá de los impactos ambientales que pueda generar, es importante una implicación de los gestores públicos, en particular los políticos, y la ciudadanía. Si la dirección política de la ciudad ignora la realidad de sus habitantes jamás conseguirá que la inversión en sostenibilidad repercuta en mejorar la calidad, las condiciones de vida o el desempeño ambiental de la ciudad.

Así pues, se deberían evitar las grandes inversiones en operaciones cosméticas, que si bien sirven para llenar titulares de prensa, hacer méritos políticos y mover contratos millonarios con empresas privadas, no siempre suponen avances en sostenibilidad y, en muchas ocasiones, condicionan el futuro de las ciudades y la posibilidad de llevar a cabo iniciativas más ajustadas a las necesidades de los ciudadanos o la realidad de las ciudades.

En este sentido, el desarrollo de planes y programas ayuda, pero para avanzar en sostenibilidad, deben estar fuertemente apoyados en sistemas de información y participación pública, tales como pueden ser los procesos de Agenda 21 Local.

  • ¿Qué pueden hacer los ciudadanos/consumidores para que su ciudad sea lo más sostenible posible?

Deben implicarse en los procesos de toma de decisiones y aprovechar todas las oportunidades de participación que ofrecen, tanto las políticas institucionales o la normativa ambiental, como las iniciativas informales.

Una ciudad es realmente sostenible cuando sus ciudadanos viven de un modo sostenible. Para ello hacen falta redes de generación energética distribuida, modos de vida acordes con la realidad local y evitar el consumo de productos o servicios que tengan un alto impacto por el entorno.

A demás de las buenas prácticas como desplazarse andando o en bicicleta, consumir productos locales y de temporada, el ciudadano sostenible es crítico con el mensaje que recibe de las instituciones y otras organizaciones, se implica con sus iguales en iniciativas independientes que ayudan a mejorar su entrono y hacer su barrio más habitable, y conoce los medios a su alcance para participar e influir en los procesos de toma de decisiones.

3 respuestas a «Madrid ya no es la más sostenible.»

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