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Si vas a ser padre ponte en forma.

Quizá ahora que la tendencia es declararse «childfree», esta entrada suene algo viejuna. Pero lo cierto es que, a pesar de que yo mismo soy el problema de la superpoblación, la paternidad es una experiencia única e intransferible. Así que, si te decides a dejar descendencia en la generación siguiente, ponte en forma.

A los bebés les gusta estar en brazos: para dormir, después de comer… o simplemente porque les apetecen bracitos. Y, por supuesto, no te sientes, que mientras estás de pie puedo otear el mundo que me rodea: recuerda, soy nuevo aquí y me gusta explorarlo todo desde la seguridad de tu abrazo.

Hay que sujetarlos mientras los bañas, levantarles de la cuna, empujar el carro… Al principio son unos tres kilos pero, si todo va bien, después serán cuatro, seis… Y no todo es cuestión de fuerza bruta. La maña también es importante: cambiar pañales, poner pijamas… la psicomotricidad fina también juega su papel.

Pero no es sólo eso, la vida en ciclos de cuatro horas pasa rápido e intensamente. Un rápido sueño reparador tiene que cargarte las pilas a tope, mantener a punto los reflejos y permitirte soñar para estar bien despierto cuando la ocasión lo requiera. No hay lugar para la pereza, los lloros empiezan en tres, dos, uno…

Y después, por lo que he visto en el parque, viene la velocidad punta: correr detrás del niño antes de perderle de vista detrás de los arbustos, para evitar que una ola le dé un revolcón en la playa, para que no cruce la calle… para cogerle antes de que aterrice desde la bicicleta. O para enseñarle que después de cada caída toca levantarse. Con cierta edad les gustan las vueltas de campana y los paseos a caballito. O a la sillita de la reina, que nunca se peina.

La cosa no va sólo de entrenamiento físico. Con el tiempo, dicen, llegan los ¿por qué? ¿por qué?

5 respuestas a «Si vas a ser padre ponte en forma.»

Y esa segunda parte es la que requiere más entrenamiento si cabe. En mi opinión, no hay que dejar nunca una pregunta sin responder. Aunque sea la decimoctava del día. La curiosidad de los niños es uno de sus bienes más preciados y no hay que coartarlo. Sin curiosidad no hay aprendizaje, no se arriesga, no hay innovación, no hay ciencia, no hay (siempre en mi opinión) vida.
Además, hay que responder con la verdad, nada de cuentos chinos y fantasiosos. Si queremos enseñar valores hay que hacerlo desde el primer día. El ejemplo es primordial. Y la simiente del conocimiento no puede empezar siendo errónea. Los cuentos son un entretenimiento, y como tales se deben conocer y fantasear todo lo que se pueda.
Tampoco hay que responderles como si no entendieran. Aún así, hay que aprender a hacer labor de síntesis, lo cual es beneficioso para todos.
Por último, exige un entrenamiento en humildad, y si alguna vez no sabemos responder algo, ser capaces de reconocerlo y volver (más pronto que tarde) con la respuesta tras buscarla. Aunque siempre será mejor animarles a buscar la respuesta con nosotros.

Ánimo con esa tarea titánica de criar una personita.

Muchas gracias por tu visita y comentario Ambientóloga.

Coincido con tu planteamiento, es crítico alimentar la curiosidad y evitar sembrar planteamientos que luego no será fácil reconducir.

Efectivamente, la parte física no es la más dura, la clave y el reto están en la formación integral de la persona que está creciendo emocional e intelectualmente a la vez que gana peso y altura.

Un abrazo.

Hola Alberto,
Me gustaría enviarte un vídeo super chulo sobre sostenibilidad. ¿Podrías facilitarme un email de contacto?
Felicidades por el Blog! Está genial!
Saludos.

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