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Responsabilidad medioambiental sin verificadores.

el nuevo mundoSegún el el Proyecto de Real Decreto por el que se modifica el Reglamento de desarrollo parcial de la Ley 26/2007, de 23 de octubre de Responsabilidad Medioambiental, parece que tendremos un sistema sin verificadores ambientales. Es una de las novedades introducidas por esta modificación que José Luis Canga nos adelantaba el mes pasado. En concreto, en el texto del Proyecto de Real Decreto podemos leer:

Se suprime la Sección 3.a del Capítulo III, sobre “Verificación del análisis de riesgos medioambientales”

¿Cómo hemos llegado a esta situación? Durante años de jornadas y seminarios parecía que la verificación era el elemento clave en todo el proceso de aplicación de la normativa sobre responsabilidad por daños al medio ambiente. Hasta el extremo que hacíamos descansar la responsabilidad medioambiental sobre el verificador, más que sobre el agente causante de los riesgos que la normativa pretende prevenir.

Durante este tiempo, tanto la Administración como los operadores y las aseguradoras han confiado en que podrían descargar sobre el verificador la responsabilidad de la gestión de los riesgos ambientales. Pero, por lo visto, no era un negocio demasiado atractivo. ¿Quién está dispuesto a asumir un marrón de tal calibre? ¿Cuanto costaría hacerlo? En España todavía no tenemos costumbre de reconocer la importancia el medio ambiente y, en consecuencia, seguimos despreciando el trabajo de los profesionales del sector. No se valora la inclusión de los aspectos ambientales en los proyectos, ni se tienen en consideración los estudios relacionados con el medio ambiente, que no es mas que un trámite con el que cumplir de la manera más barata posible.

Pero el riesgo ambiental de una organización que, por ley, tiene responsabilidad ilimitada sobre los daños que pueda causar… eso es otra cosa. Es algo muy serio. Quizá a alguien se le pasó por la cabeza que podría delegar las consecuencias de un análisis de riesgos a un tercero, que lo verificase por cuatro duros. Pero parece que a imperado el sentido común y finalmente no habrá verificación. ¿Qué implica esto?

Las empresas afectadas por la Ley 26/2007, de 23 de octubre, de Responsabilidad Medioambiental, deberán contar con profesionales capaces de asumir la responsabilidad de identificar los aspectos ambientales y los riesgos que genera su actividad, así como la legislación que resulta de aplicación y establecer los mecanismos de gestión, basados en la prevención del riesgo, necesarios para evitar que la organización incurra en supuestos de responsabilidad ambiental. Y no podrán externalizar a un tercero dicha responsabilidad. Sí podrán solicitar que se analice o compruebe que ese análisis sigue una metodología determinada o que produce unos resultados coherentes. Que la gestión del riesgo se realiza siguiendo sistemas normalizados y certificables. Pero en caso de accidente, no podrán señalar fuera de la organización.

Adicionalmente, la Administración pasa a jugar un papel activo. Ya no es un agente pasivo que recibe análisis verificados y los almacena en una estantería. Debe dotarse de mecanismos para cumplir sus funciones, de forma que los riesgos queden en el tejado del operador y, en caso de producirse un daño, no pueda atribuirse la responsabilidad a una Administración que permite, en su ámbito de actuación, el funcionamiento de actividades de riesgo sin cumplir con las garantías mínimas exigidas por la legislación vigente.

Quizá esta modificación sea un primer paso para la aplicación coherente de la normativa sobre responsabilidad medioambiental. El objetivo último de la misma debería ser la gestión del riesgo y la prevención de daños al medio ambiente. Nos habíamos perdido en garantías financieras y verificaciones ambientales, quien sabe si para distraer la atención de lo verdaderamente importante: hacer las cosas bien. Lo mismo empezamos a tomarnos el medio ambiente en serio, identificando los aspectos ambientales de cada actividad y cumpliendo con los requisitos legales aplicables.

Igual este es un pequeño paso para la sostenibilidad ¿qué te parece?

2 respuestas a «Responsabilidad medioambiental sin verificadores.»

Comparto tus opiniones Alberto.
Hagamos las cosas bien y así sólo hará falta hacerlas una vez.
Lo fundamental es la prevención y, en su caso, la gestión del riesgo.
Toda la zarabanda de verificadores servía de cortina de humo para enmascarar la realidad.

Por otro lado, con mi experiencia profesional, tras haber trabajado al lado de verificadores, certificadores e inspectores y haber visto la ¿calidad y rigor? de su trabajo, lamento tener que decir que la verificación era una garantía muy devaluada para el proceso.
Mucho mejor que alguien de la empresa asuma la responsabilidad del documento elaborado.

Desgraciadamente, como muy bien dices, en este país no se valora en su justa medida el trabajo en materia de medio ambiente. El único criterio es «ser barato». Y eso conlleva medios muy justitos, bajos salarios, baja cualificación, hacer las cosas aprisa (que aguanten mientras cobro).
Y eso es así muy sangrantemente en el campo de las Entidades de Inspección Acreditadas (EIA) por ENAC en materia de medio ambiente.
La «preparación» de las auditorías de ENAC a las EIA y empresas certificadoras, en que hay «mucha cocina en la trastienda», y la nebulosa de intereses cruzados hace que se pueda dudar de su independencia.
Los conflictos de interés de las certificadoras y EIA, que juegan a varias barajas a la vez, y solapadamente, en bastantes casos también hacen consultoría, están a la orden del día.

Y, por sorprendente que parezca, hablo de lo que conozco de primera mano.
Y bastante más gente conoce, aunque haya un pacto de silencio que es necesario romper.
En este país hay muchas cosas muy mal hechas (responsables de cajas de ahorros que las han llevado a la quiebra; EREs autonómicos fraudulentos, etc) y hace falta que cada uno en su pequeña parcela airee los salones.
Hay que hacer las cosas bien y con honestidad.

Saludos

Estimado José Luis,

Gracias por tu visita. Efectivamente, los intereses cruzados hacen que la independencia se esfume y que la responsabilidad se diluya estratégicamente. Malo cuando en el sector privado un agente es juez y parte, pero peor cuando consigue que su interés particular sea asumido como propio por la Administración.

Como dices, hay que airear y hablar alto y claro de lo que pasa. No vale agachar la cabeza o mirar hacia otro lado. Es la sostenibilidad lo que está en juego, la capacidad del planeta de mantener a la población que la habita y de satisfacer con un mínimo de dignidad las necesidades de las generaciones presentes y futuras.

Un abrazo y muchas gracias por tu comentario.

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