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#15-M eres tú.

Si bien es algo que venía ocurriendo desde hace tiempo, en las últimas semanas hemos venido asistiendo a la radicalización del mensaje que criminaliza el «movimiento 15-M». Los políticos que hace un año lo consideraban como un grupo de indignados que pedía la regeneración de la vida política, ahora los acusan de rancios partidistas o radicales violentos que quieren acabar contra el gobierno. La prensa se esfuerza de acotar el 15-M, como si fuese algo concreto, un grupo cerrado con líderes y representantes. Esto permite a las distintas líneas editoriales posicionarse a favor o en contra, en la línea de los intereses del grupo de poder que financia el medio de comunicación de turno.

Pero el 15-M es otra cosa. Y cualquiera que se acerque sin prejuicio puede comprobarlo. Salvo que sea una figura pública que tenga la necesidad de etiquetar el movimiento como algo malo y no deseable. En este caso saldrá por televisión haciendo declaraciones con las que quedará en evidencia ante cualquiera que haya participado en cualquier asamblea de barrio, pero, eso sí, promoverá etiquetas en redes sociales que, en sí mismas, demuestran una ignorancia tan grande como #El15mNOnosrepresenta.

Efectivamente 15-M no representa a nadie. 15-M no es una banda de antisistemas violentos buscando gresca. No es la algarada gratuita convocada por un grupo de malos estudiantes. El 15-M tampoco es una manifestación multitudinaria en la madrileña Puerta del Sol. Por supuesto que hay mucha gente que ha intentado aprovecharse de la indignación pasa sacar tajada y han salido escaldados, pero es que el 15-M no utiliza las redes sociales para vender publicidad contextual, si no para intentar cambiar un sistema corrupto e injusto en el que unos pocos se forran a costa del trabajo y el esfuerzo del 99%.

Es la posibilidad de salir a la calle a representarte a ti mismo. Es expresar tu indignación por un sistema que han quebrado, con ánimo de lucro, los que llaman crisis a la estafa que vivimos. Es protestar contra subidas injustas de los servicios públicos. Es gritar que no te representan esos políticos que ganan elecciones con un programa que no cumplen, que toman medidas para quitarte derechos que regalan en forma de privilegios a sus amigos de «los mercados». Es conocer a tus vecinos y compartir con tus iguales.

Pero, si sólo lo ves por la televisión o en las hojas de tu periódico, pensaras que 15-M son cuatro gatos desalojados por cientos de agentes de la autoridad de la Puerta del Sol, cuando la delegada del gobierno decidió desalojar la plaza, horas después del toque de queda. ¿Cuantas ciudades españolas se han levantado con acampadas en sus plazas más míticas al día siguiente? ¿Cuantas ejecuciones hipotecarias se han paralizado en el último año? ¿Cuantas asambleas de barrio se celebran a diario en nuestras calles? ¿Cuantas marchas indignadas han vivido las calles de nuestro país?

Algo está pasando y toda la brutalidad de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado no van a poder evitarlo. Puede que no sea esta legislatura, ni la siguiente, pero no hay prisa: algo está cambiando, para siempre y tú puedes participar sin miedo.

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