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La culpa no es de tu compañero, es de tu jefe.

Siguiendo con la de ayer, otra conversación que me resulta cansina es la relativa a la incompetencia y vagancia de los compañeros de trabajo. Es un tema recurrente: que si el fulano no hace nada, que si mengano siempre llega tarde, que si por culpa de zutano yo tengo que trabajar más…

Resulta que la responsabilidad de la organización del trabajo y de la gestión de la actividad en la empresa es del empresario. La culpa de que el trabajo esté mal repartido, de un elevado índice de absentismo, presentismo o escaqueo en cualquiera de sus formas, no es de tus compañeros: es de tu jefe. Él podría ponerlos a todos de patitas en la calle y no lo hace, algún motivo tendrá. Sí, es cierto que determinados puestos de trabajo clave tienen que sacar el trabajo adelante sí o sí, pero… ¿acaso la participación del resto de compañeros no determina que esas tareas se puedan hacer? ¿Quién debe echarse a cuestas la carga de la empresa, el empresario o el trabajador responsable?

Si eres un mero asalariado revisa tu contrato, tu nómina y la práctica común en la empresa. Conoce tus derechos. ¿Estás trabajando más de lo que te corresponde? ¿realmente hay alguna forma de medir y compensar el trabajo realizado? ¿y de penalizar el escaqueo? Salvo que aspires a heredar el barco, a riesgo de que cuando te llegue esté hundido en el fondo del mar, antes de quejarte de lo malos que son tus compañeros piensa que fue tu jefe quien os contrató a todos: igual el que no encaja en esa organización eres tú. Busca otra cosa o aplica aquello de allí donde fueres haz lo que vieres.

Porque esto no quede como una apología del escaqueo, terminar diciendo que el punto óptimo del trabajador por cuenta ajena, como agente económico racional, es hacer lo mínimo imprescindible que le exija su contrato laboral. Si no está remunerado o reconocido de alguna forma, cualquier trabajo adicional a ese mínimo implica una pérdida (no se recibe dinero a cambio del esfuerzo), y la destrucción de puestos de trabajo, en tanto que la empresa no detecta la necesidad de contratar nuevos empleados para realizar esa carga extra que soporta el «buen» trabajador. En cualquier caso: no te quemes, el único que sale perdiendo eres tú.

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