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Consumo sostenible

pero… ¿tiene arreglo?

A primera vista, la campaña estosololoarreglamosentretodos parece un ingenuo ejemplo de lo que los fricazos llaman wishfull thinking o pensamiento ilusorio.

Pero cuando te enteras de que la cosa está financiada con 4 millones de euros y fomentada por las Cámaras de Comercio, te das cuenta de que no es más que otro perverso ejercicio de gatopardismo (¿premonitorio que recientemente regalasen la peli con un diario de tirada nacional?). Especialmente si la respuesta es un buen puñado de grupos de facebook y páginas web capaces de reunir más seguidores que la propuesta «original». Pero… ¿realmente «esto» tiene arreglo?

Si el mes pasado Richard Heinberg se centraba en argumentar cómo los esfuerzos de las distintas potencias se centran más en ser la última en caer, que en salir de la crisis, su última entrega es una reflexión sobre la vida después del crecimiento. Lo hace de un modo introspectivo, reflexionando sobre su propio posicionamiento respecto al modelo de desarrollo en el que vivimos. Apunta ideas muy interesantes:

¿Es posible volver a la normalidad? ¿Qué pasa si la economía normal de finales del siglo veinte, de aparentemente crecimiento infinito estaba anclada en una serie de condiciones que no se pueden perpetuar? Tal vez la «normalidad» se ha disipado y ha sido sustituida por una «nueva normalidad». Richard Heinberg propone que estamos en una transición desde una fase expansiva de la economía a una situación posterior al crecimiento. Un proceso análogo al de una planta adulta o un ecosistema maduro, donde se establecen unas condiciones de equilibrio que mantienen cierta estabilidad, en detrimento del crecimiento acelerado y la productividad de las etapas anteriores. Lo expresa con cuatro ideas:

Hemos llegado al final del crecimiento tal y como lo conocíamos: la crisis posiblemente marca una ruptura con las últimas décadas, durante las que se adoptó la visión poco realista, de un crecimiento económico perpetuo necesario y posible. Hay límites incuestionables a ese crecimiento y los hemos encontrado.

Conocimiento de los factores básicos que conformarán lo que venga a sustituir el crecimiento: aunque no sepamos qué economía y modo de vida serían deseables después del crecimiento, sabemos que se puede empezar a trabajar para mantener la sociedad en los márgenes de la sostenibilidad.

La economía puede funcionar durante siglos y milenios con escaso o nulo crecimiento: así fue durante la mayor parte de la historia y podrá ser en el futuro. El fin del crecimiento no significa el fin del mundo.

La vida sin crecimiento económico puede ser plena, interesante y segura: es importante no perder de vista que una economía sin crecimiento o en equilibrio sigue permitiendo el desarrollo de habilidades prácticas, la expresión artística, el avance de la tecnología… Se trata de redefinir objetivos: sustituir más por mejor. Aumentar la calidad de vida de las personas reduciendo su consumo. ¿Por qué no redefinir el mismo concepto de crecimiento?

Richard Heinberg afirma que la transición a sistema posterior al crecimiento económico experimentado en las últimas décadas es inevitable. Y que está en nuestra mano idear y planificar ese nuevo modelo.

The transition to a no-growth economy (or one in which growth is defined in a fundamentally different way) is inevitable, but it will go much better if we plan for it rather than simply watching in dismay as institutions we have come to rely upon fail, and then try to improvise a survival strategy in their absence.

In effect, we have to create a desirable “new normal” that fits the constraints imposed by depleting natural resources. Maintaining the “old normal” is not an option; if we do not find new goals for ourselves and plan our transition from a growth-based economy to a healthy equilibrium economy, we will by default create a much less desirable “new normal” whose emergence we are already beginning to see in the forms of persistent high unemployment, a widening gap between rich and poor, and ever more frequent and worsening financial and environmental crises—all of which translate to profound distress for individuals, families, and communities.

En este punto, volviendo a la campaña de las principales economías patrias, me planteo ¿arreglarlo entre todos? ¿por qué no aprovechar para cambiarlo? Es el momento de concentrar nuestro esfuerzo en construir un futuro diferente, no deberíamos pararnos a escuchar cantos de sirena ni volver la mirada atrás.

En este sentido, la reflexión de Richard Heinberg continua con su experiencia personal, un recorrido desde las evidencias del final de un modelo de desarrollo a la incipiente transición a uno nuevo. De los límites del crecimiento a las ciudades de transición. Pasando por el cénit del petróleo. En definitiva, una lectura muy recomendable para todo el que realmente tenga inquietudes en relación con el momento económico que vivimos o esté buscando alternativas pasa salir de la crisis en la que vivimos.

Me llama la atención como desde distintos puntos de vista se llegua a conclusiones similares en cuanto a lo que nos espera los próximos años:

Richard Heinberg sobre el Peak Oil:

As early as 1998, Campbell, Laherrère, and others were discussing a Peak Oil impact scenario that went like this. Sometime around the year 2010, they theorized, stagnant or falling oil supplies would lead to soaring and more volatile petroleum prices, which would precipitate a global economic crash. This rapid economic contraction would in turn lead to sharply curtailed energy demand, so oil prices would then fall; but as soon as the economy regained strength, demand for oil would recover, prices would again soar, and the economy would relapse. This cycle would continue, with each recovery phase being shorter and weaker, and each crash deeper and harder, until the economy was in ruins.

Marc Vidal sobre la economía española:

la metáfora que ejemplifica mejor la realidad es la de imaginar una pelota cayendo por unas escaleras. A cada rebote parece que supera la altura del escalón anterior, sin embargo, sigue cayendo. Al final se deposita en el firme y rueda en el sótano.

Si no han tenido suficiente aquí tienen algunas citas selectas del viaje de Heinberg:

And so predictably a book saying that growth cannot and will not continue beyond a certain point proved profoundly upsetting in some quarters, and soon Limits to Growth was prominently “debunked” by public relations efforts organized by pro-growth business interests. In reality, this “debunking” merely amounted to taking a few numbers in the book completely out of context, citing them as “predictions” (which they explicitly were not), and then claiming that these predictions had failed. The ruse was quickly exposed, but rebuttals often don’t gain nearly as much publicity as accusations, and so today millions of people mistakenly believe that the book was long ago discredited. In fact, the original Limits to Growth scenarios have held up quite well

I quickly realized that Peak Oil would likely be the first non-negotiable global limit to growth. The hazy forecast that industrial society would hit a wall sometime in the 21st century was suddenly focused to a painful specificity. Growth had acquired a hard expiration date.

Of course, oil does not pose our only societal limit, or even the most important one in the bigger scheme of things: climate, water, and topsoil are clearly more crucial in the long run.


I soon realized that the Industrial Revolution was really the Fossil Fuel Revolution, and that our modern food system is based on cheap fossil energy. Further, the entire phenomenon of continuous economic growth—including the development of the financial institutions that facilitate growth, such as fractional reserve banking and the marketing of derivatives—is ultimately based on ever-increasing supplies of cheap energy.

Meanwhile, volatile oil prices would frustrate investments in energy alternatives: one year, oil would be so expensive that almost any other energy source would look cheap by comparison; the next year, the price of oil would have fallen so far that energy users would be flocking back to it, with investments in other energy sources looking foolish. Investment capital would be in short supply in any case because the banks would be insolvent due to the crash, and governments would be broke due to declining tax revenues. Meanwhile, international competition for dwindling oil supplies might lead to wars between petroleum importing nations, between importers and exporters, and between rival factions within exporting nations.

Yet at the Copenhagen climate conference in December, 2009, the priorities of the most fueldependent nations were clear: carbon emissions should be cut, and fossil fuel dependency reduced, but only if doing so does not threaten economic growth.

The cruel irony, obvious to my Peak Oil-aware colleagues but apparently not to the delegates at Copenhagen, was that the decades-long era of rapid economic growth based on increased fossilfueled production and consumption is over anyway. The world’s last chance to collectively, cooperatively negotiate a turn away from the precipice was being squandered for the sake of a goal that was no longer achievable.

The world has entered a new era. The project of awakening and warning policy makers and the general public was worthy of the investment of all the effort we could muster. In fact, it would have been negligent of the Limits to Growth authors, Colin Campbell, Jean Laherrère, and thousands of climate and environmental scientists and activists (myself included) not to give it our best shot. But it is now too late to avert a collapse of the existing system. The collapse has begun.

It is time for a different strategy.

13 respuestas a «pero… ¿tiene arreglo?»

Somos muchos los que predicamos desde hace tiempo que el llamado «crecimiento 0» no tiene por qué suponer, necesariamente, el sacrificio de nuestros hábitos de urbanitas o de los servicios (más de uno prescindible) que disfrutamos hoy en día. Sin duda, sería de gran utilidad ,a corto o largo plazo (el tiempo lo dirá), ir pensando en posibles alternativas que sustituyan a nuestro modelo económico actual, ya que si al final este se declara obsoleto, los esfuerzos vertidos en intentar cicatrizar las heridas de un sistema que se desangra de poco habrán servido. Como la historia nos ha demostrado, todo empieza y acaba: al igual que no es una idea descabellada pensar en una posible 3º guerra mundial, sin ser clarividentes, el hecho que nos ocupa se nos presenta casi de forma inevitable.

«Un futuro diferente», me quedo con eso. Esta debe ser nuestra meta, ¿no? No hacer las cosas como hasta ahora. En fin, es pelea a largo plazo, pero no conviene descuidarse. Cada cual desde su ámbito. Ánimo.

Hay mucho recorrido y también soy de los que piensan que es mejor disfrutar un trayecto incierto que quedarse sentado.
En cualquier caso, y a pesar de que tenemos plagado el planeta de conflictos armados, quiero pensar que somos capaces de evitar una nueva guerra mundial, al menos una similar a las anteriores. No creo que aporte nada positivo al conjunto de la humanidad.

Gracias por vuestras visitas y comentarios… seguiremos disfrutando del viaje, lleve donde lleve.

Interesante.

Déjame hacer de abogado del diablo:

El no-crecimiento del mundo desarrollado -porque es de lo que estamos hablando- supondría la tumba definitica del mundo empobrecido. Si nosotros no crecemos, estancamos sus exportaciones. Y la ayuda a su desarrollo, ya de por sí exigua e hipócrita. Y si encima imponemos ese modelo, como tan bien se nos da a los países ricos, y decimos que nadie puede crecer (obviamente sólo hay que pensar en China para ver que esto no llega ni a ucronía), seremos doblemente crueles…

Por cierto, todo esto que estamos viviendo no lo ha desencadenado el peak oil, sino la especulación con alimentos de quienes sabían que los bonos que todo el mundo compraba sólo tenían basura dentro. Esa especulación y la crisis del maíz -entre otros alimentos- que provocó fueron anteriores en meses a los primeros vaivenes fuertes del precio del petróleo, convenientemente moderados por anuncios posteriores de nuevos yacimientos.

Sigamos pensando no nos quedemos con ideas atractivas solamente. Seamos conscientes de que esto, en realidad, por ahora no llega a crisis, que lo realmente crítico es el estado de los más de 200 millones de africanos padeciendo hambre crónica. Por ejemplo.

muy buena reflexión M@k. la comparto, especialmente en lo dramático de la situación de aquellos que no tienen que llevarse a la boca ni un techo donde dormir, en África o en la Gran Vía.

por seguir dando la vuelta a la tortilla, el escenario de no – crecimiento o decrecimiento en el «mundo desarrollado» podría liberar al mundo empobrecido de muchas de las cargas que lo mantienen en esa situación de pobreza:

– acortando distancias: si hablamos de pobreza en términos relativos reducir la diferencia entre los que tienen más y los que tienen menos es una forma de cerrar la brecha.

– autonomía: desarrollar modelos de subsistencias adecuados a la realidad local.

– mayor disponibilidad de recursos: en lugar de producir para exportar monocultivos impuestos por la economía del primer mundo podrían dedicar su tiempo y sus recursos a alimentarse.

– subsistencia frente a subdesarrollo: siguiendo con el supuesto anterior, dedicarse a la subsistencia en lugar de a aceptar la externalización de las etapas de producción más contaminantes podría ayudarles a salir de cadenas de dependencia monetaria impuestos por nuestro modelo de desarrollo.

Efectivamente es un modelo complejo y a la vista está que la solución no es sencilla ni llega de la noche a la mañana, pero es bueno que no nos olvidemos de que, con todas nuestras miserias, somos privilegiados dentro del sistema global.

Un abrazo.

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