Este invierno, en que las nevadas y los fríos invitan a pensar que la cumbre de Copenhague y el calentamiento global son un paripé para que los políticos y los ecologistas pasen unos días entretenidos montando circo mediático, me acuerdo con frecuencia del documental «La corriente del Golfo y la nueva glaciación«.
La corriente del Golfo y la circulación termohalina juegan un papel importante en la distribución de temperaturas que actualmente disfrutamos en el planeta. Entre otras cuestiones, permiten que en Europa tengamos, a la misma latitud, inviernos mucho más suaves de las que disfrutan en el norte del continente americano.
Son muchos, variados y con relaciones complejas, los factores que influyen en las corrientes y dinámica oceánica, pero parece ser que el calentamiento global y la disminución de la salinidad oceánica asociada a la disminución de las grandes masas de hielo, pueden alterar sensiblemente, durante el siglo que vivimos, la trayectoria de las corrientes oceánicas y, con ellas, la distribución de temperaturas en el planeta.
Pese a los negacionistas y sus argumentos, parece que estamos afectando nuestro clima de manera irreversible. Lo malo es que no sabemos calcular ni la magnitud de los impactos, ni cuando o como se manifestarán. Por eso, cuando veo estos días los infoxicativos de televisión, lejos de tranquilizarme pensando que las nieves de este invierno son una prueba de que el cambio climático es un cuento chino, me asalta la inquietud: ¿estoy preparado para asumir los efectos de un inminente cambio global?
Una respuesta a «¿Cómo andará la circulación termohalina?»
[…] cambio en la temperatura puede afectar a la dinámica oceánica, la distribución de especies animales y vegetales, la disponibilidad de agua… Podemos […]