La novena edición del Congreso Nacional de Medio Ambiente se celebra la primera semana de diciembre.
Es una cita bianual, referencia en este tipo de eventos. Presume de reunir, en un difícil juego de malabares, a todas las partes interesadas en la materia. La concentración de actividades puede llegar a provocar frustración ante la imposibilidad de atender a una gran parte de las propuestas que consiguen captar la atención del congresista acreditado para la totalidad del sarao. Lo bueno es que, debido a la cantidad de material que genera, permite disponer de literatura de interés sobre cualquier tema relacionado con el medio ambiente para una buena temporada.
Esta edición es algo especial. A la asistencia o participación de otras ocasiones, añadimos una comunicación técnica escrita: «Modernización del Área de Información y Documentación Ambiental: SINA». El texto es un hijo bastardo de la memoria presentada (y admitida como candidata en la modalidad de mejores prácticas) al VI Premio a la Excelencia y Calidad en el Servicio Público de la Comunidad de Madrid.
Y si la sucesión ecológica quiere y por bien es, la tarde del 1 de diciembre nos vernos en la mesa redonda «Aplicación de la Ley 27/2006 de acceso a la información ambiental».
Ya os contaré qué tal los pichigüilis. Salvo algún chubasquero amarillo que me cambiaron de dueño… la gente de medio ambiente no sabe tener detalles a la altura de otros sectores.