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yo fuí

No entraba en mis planes. Es más, me causaba cierto rechazo, pero el freerider que llevo dentro no pudo resistir la tentación cuando mi pareja vino diciendo que había conseguido dos entradas gratuitas para el Rock in Rio. Creo que igual que la inmensa mayoría de la gente que estaba por allí. Sumando invitaciones, acreditaciones de expositores, acreditaciones de prensa… no creo que hubiese alguien que pagase por entrar en el primer día del Rock in Rio. Lógico y normal, es difícil que alguien hable mal del evendo después de acudir gratis. Yo tampoco lo voy a hacer. Eso sí, me confirmo en la idea de que no hubiese acudido al evento teniendo que pagar la entrada.

Acceso Rock in Rio

El lema del sarao es «por un mundo mejor». Sí, para conseguir un mundo mejor hay que pasarlo bien. Y de eso va un festival. Este tiene la ventaja del transporte gratis. Cientos de autobuses cubrían el trayecto y, a pesar de la desorganización de la vuelta, es de agradecer si te tienes que desplazar más de treinta quilómetros.

Disfrutamos de tres directos espectaculares: Alanis Morissette, Manolo García y Neil Young. También estuvimos un rato pegando botes en la pista electrónica, si bien los Djs que estaban ejerciendo en aquel momento dejaban bastante que desear. Pusieron algunos temazos escuchados en el mítico programa de radio it’s your time, de aquellos que jamás pensé que bailaría en una pista.

Aparte de pasarlo bien, pude comprobar un prejuicio: Rock in Rio es, sobre todo, una orgía de consumo. Era bastante difícil tirar una foto sin sacar una marca comercial. El bombardeo era constante: prueba este zumo nuevo, toma unas muestras de cosméticos, ven a comprar aquí… publicidad por todas partes. A pesar de ir con la entrada y el transporte pagados, como mínimo, algo te dejas en comer y beber (un consejo: cena cuando puedas, no cuando quieras). No puedes meter bebida y comida al recinto. Bueno, botellas sin tapón sí, pero vas a pegar botes…

Hasta ECOEMBES tenía algún puesto. Eso sí, cuando fui a llevar los botes de los zumos promocionales, que nos habíamos tomado mientras esperábamos cola para encargar cena, ya no me dejaron participar en el sorteo de la bici. Pocas papeleras, contenedores mal ubicados… mogollón de basura por todas partes. ¿Se gestionará adecuadamente?

También pude comprobar la presencia de algún que otro producto erróneamente anunciado como ecológico… desinformación al poder. De fondo, el impacto visual de las torres de mordor.

Pues lo dicho, que lo pasamos bien, incluso con el tipo que se nos intentó colar, con todo el descaro del mundo, mientras esperábamos para poder pedir en la pizzería… menudo freerider… al final colegas.

Por aquí os dejo unas fotillos.

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