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La larga cola de la política

Todavía nos falta un periodo de valoraciones periodísticas, formación de gobierno, toma de posesión y todas esas cosas que trae consigo el circo electoral, pero lo peor ha pasado. Lo llevo fatal.

No sólo no puedo participar directamente en la toma de decisiones, tampoco puedo elegir a las personas que me gustaría que lo hiciesen. Tengo que votar “paquetes” electorales llamados partidos políticos que, a pesar de habitar en un plano de la realidad totalmente distinto al de la ciudadanía, “expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política” (art. 6 de la Constitución Española)

Después de algún tiempo leyendo sobre la “larga cola” ya casi me lo había creído… hasta que ha llegado el resultado electoral. Por si tenía dudas, con el noventa y muchísimo escrutado, 10 partidos se reparten el 95’88 % de los votos. Entre los dos primeros juntan el 83’75. Esto, independientemente del sentido del voto secreto de cada uno, es un triste resultado. Al menos en lo que a pluralidad y diversidad se refiere.

Enrique Dans, Juan Freire, Antoni Gutierrez-Rubí y Genís Roca han escrito una carta al futuro presidente en la que muestran «inquietud por la desconexión existente entre nuestras élites y la actual sociedad red». Lo han hecho esta semana pasada, en la yo andaba preocupado por si mi percepción de la distancia que separa a la clase política de la ciudadanía sería un obstáculo para ejercer mi derecho al voto. A pesar de que la carta apareció entre mis suscripciones rss, he de confesar que no la he prestado atención hasta que no “me” la han resumido.

La carta no deja de ser una lectura interesante, pero creo que si queremos cambiar algo, a la vista de los resultados electorales, donde debemos dirigirnos es a nuestros iguales. Será que soy demasiado joven o que no he vivido nada distinto, pero yo entendía que la democracia era una cosa diferente. Y ya no hablo de listas abiertas, hablo de votar en la diversidad. No termino de explicarme cómo es posible que dos partidos con los que cerca de la mitad de la población está desencantada, sigan concentrando la inmensa mayoría de los votos.

La explicación tal vez esté en el vértigo que causa la incertidumbre, en el miedo a lo desconocido… es una bonita excusa, pero se cae por su propio peso. Sólo hay que ver los resultados obtenidos por otros partidos de larga trayectoria o con personas suficientemente populares como para no pasar desapercibidas. Si tuviese la solución a la participación seguramente no estaría escribiendo hoy aquí. De todos modos no es para tomárselo demasiado en serio.

Si algo ha tenido de bueno este proceso electoral es que algún amigo (analógico) ha descubierto el correo electrónico como forma de debate y nos ha deleitado con su spam – reflexivo. Él y los pocos que han contestado masivamente (en un intento de entrar al trapo obtuve un mensaje de error “too many recipients” que me hizo pensármelo mejor). David, la próxima vez escríbete un blog, seguro que resulta menos intrusivo (bonito palabro) y obtienes más participación. También puedes montar tu partido, como experimento…

2 respuestas a «La larga cola de la política»

Bien traído. La larga cola de la política existe, y está fuera de los partidos, entre la gente como tú y como yo. Es decir, entre cualquiera.

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