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Mi sombrilla estaba primero.

Unos días en la playa dan para desconfiar de cualquier indicio previo de «inteligencia colectiva» y volverse a casa con muestras evidentes de que la masa tiende a generar un comportamiento con marcados patrones de «estupidez colectiva».

  • playa¿Qué horas son estas de tomar el sol? Pues eso. No sé si es que no sabemos leer, que por un oído nos entra y por otro nos sale, que nos van los deportes extremos o qué. Pero la afición a maltratar la piel propia, así como de los menores y mayores a nuestro cargo, es alucinante. Da igual que lo diga el Ministerio de Sanidad, el hombre del tiempo o ese vídeo al que le has dado me gusta en facebook. Por más que nos repitan que evitemos exponernos al sol en las horas centrales del día, la playa cuelga el cartel de aforo completo entre las 12 y las 17.
  • En línea con lo anterior, a la advertencia de que no hay bronceado seguro respondemos con una manifestación de pieles tostadas.
  • El dominio público marítimo terrestre es de todos, ocupa tu parte. Explotando los problemas de próstata del abuelo le enviamos de mañana a poner la sombrilla lo más cerca del agua que pueda. El hombre se levantó a orinar bien temprano, quizá algo más que sus coetáneos, lo que asegurará una buena posición de parrilla. Quizá, dependiendo de otros achaques, tardó en llegar y dejó la sombrilla en segunda o tercera línea de playa para ir a echar una partida o volver al apartamento a ver si consigue conciliar un sueñecito. Y allí queda nuestra sombrillita puesta, como una pica en flandes, desde las siete o las ocho de la mañana hasta las 12 o la una: ocupando el espacio que podrían utilizar los usuarios responsables que bajan a hacer un castillo de arena, darse un baño, pasear o lo que quiera que sea que se pueda hacer en la playa entre las 9 y las 11.
  • Mi sombrilla estaba primero y por eso me creo en derecho de colocar mis sillas sobre tus chanclas. Así tenemos motivo para una bronca cuando salgas del agua. Por no perder las costumbres en vacaciones.
  • Las colillas: debe ser una especie de venganza contra las restricciones al fumeteo en locales cerrados o que me estoy volviendo más sensible a esta cuestión, pero no entiendo que a estas alturas se sigan sembrando las playas de filtros de cigarrillos.
  • Y otros residuos: no hablo solo del abandono (en el mejor de los casos) de las prácticas de separación de residuos en el destino vacacional, es alucinante lo que se puede encontrar uno paseando por la playa, el paseo marítimo, las calles, la piscina de la urbanización…
  • Flotadores, bandera amarilla y el socorrista. Eso de no darse por aludido cuando el vigilante de la playa está avisando a la gente que va con colchonetas, tablas, manguitos y flotadores varios ante el riesgo de ser arrastrado por la corriente es de traca. ¡Que ese señor al que hacemos como que ignoramos es el que tendrá que ir a rescatarnos cuando nos arrastre una ola mar adentro!

Pues lo dicho, que se me acabaron los días de playa y poco a poco vuelvo a la rutina, cascarrabias como siempre. Eso sí, tengo claro que el próximo verano habrá vacaciones. Si no he facturado suficiente para pagármelas alquilaré una furgoneta en la que ir cargando sombrillas de 9 a 10 de la mañana para venderlas en el pueblo siguiente a partir de la una, justo al lado del puesto de melones al que le dedicaremos alguna entrada bloguera en los próximos días.

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