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Consumo sostenible

Pero, ¿el boli es ecológico o no?

Tenemos respuesta a la pregunta que nos planteábamos como excusa para la actividad en Zinc Shower. ¿Es ecológico este bolígrafo? No, no lo es. Sí, aparece en la sección de eco escritura, dentro del apartado «ecológicos» de algún proveedor de material promocional, pero la realidad es que no sabemos nada sobre el origen de los materiales empleados en su fabricación, las condiciones de los trabajadores implicados, la toxicidad de las sustancias que componen la tinta con la que escribe… muchas dudas como para afirmar alegremente que es ecológico. O para que nos vendan que comprando muchos bolis vamos a salvar el planeta.

bolífrafo ecológico de papel reciclado

No, consumir más no va a salvar el planeta. Quizá consigamos reducir el impacto de nuestra forma de vida adquiriendo productos y servicios más respetuosos con el entorno. Pero ¿qué me garantiza que realmente un producto es ecológico? ¿La sonrisa de la actriz de moda diciendo que, para ella, es el producto más sostenible? ¿Un logotipo de colores verdes? ¿Una página web llena de fotos de paisajes espectacularmente desnaturalizados con un programa de retoque fotográfico? Necesitamos un sistema de confianza que nos garantice de algún modo que lo que se vende como ecológico realmente lo es. ¿Otra vez sale al mercado el primer teléfono móvil ecológico?

La buena noticia es que existe. Contamos con herramientas para analizar el ciclo de vida de un producto o un servicio. Existen criterios definidos que nos permiten saber qué es, por ejemplo, un inodoro ecológico. Y un marco legal que permite garantizar al consumidor información veraz y transparente sobre aquellas empresas que, voluntariamente, deciden acogerse a esquemas legalmente definidos de etiquetado ecológico. En ellos, por ejemplo, se regula la correcta aplicación del término «ecológico» o «biológico».

Defíname ecológico from Alberto Vizcaíno López

 

Lo malo es que sigue habiendo empresas que comunican sobre sostenibilidad cuando la realidad no se corresponde con sus mensajes. Que seguimos dudando sobre si realmente lo ecológico es más sano o mejor para el medio ambiente. Estamos atascados en la idea de que lo ecológico es más caro, cuando puede ser más barato. Pero tenemos que aprender que ecológico y esotérico no es lo mismo. Que nuestras decisiones como consumidores influyen en la oferta disponible en el mercado y que gratis sólo significa que los costes están en alguna otra parte.

Es cierto que pueden existir productos a nuestra disposición que sean tan sostenibles o más que los sujetos a etiqueta ecológica. Las cooperativas y grupos de consumo, que acortan las cadenas de distribución y permiten a los compradores participar del proceso de producción son un ejemplo claro en este sentido. También hay otras etiquetas como las relativas a consumo energético que nos informan de forma fiable sobre un importante aspecto ambiental. Y sin acogerse a un criterio normalizado o regulado de certificación, también tenemos productores que han analizado en detalle los impactos de su producto y hacen, del modo más transparente posible, todo lo que está en su mano, por ejemplo, para dar una respuesta respetuosa a la fabricación de teléfonos móviles. O productos y servicios para los que difícilmente se pueden establecer criterios ecológicos, por no producirse en masa o no existir un sector potente que pueda promover investigación y consenso sobre esos criterios.

No. El bolígrafo no es ecológico. Existe una industria lo suficientemente potente como para proponer y desarrollar unos criterios de etiquetado ecológico, pero por algún interés que desconozco no lo ha hecho. No tengo información suficiente sobre el origen o los procesos que lo han traído hasta mis manos. No sé que consecuencias tiene su uso para mi salud y no tengo información suficiente sobre lo que pasará con sus residuos cuanto tenga la necesidad de desprenderme de él.

Pero tiene un aspecto molón, escribe bien y espero que lo siga haciendo por mucho tiempo.

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